lunes, 17 de agosto de 2009

(98) DIEZ DÍAS EN ROTA

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-"Qué pasa, que ahora les ha dado a ustedes por Rota, ¿no?" -exclama nuestro anfitrión , con la guasa y la sorna que le caracterizan, incapaz de disimular el pelín de coraje que le entra, tras más de cuarenta años veraneando en la misma playa, cada vez que ve a los catetos de la capital boquiabiertos ante este espectacular enclave de la costa gaditana.

Rafa esperando un tinto en la popular calle Mina.

Y es que entre la cercanía del mar, el maravilloso entorno natural, la suavidad del clima y lo estupendo de la gastronomía local -¡Ay, esas almejas del "Lar de Paula"! -vengo más que encantado de este viaje.

"El Torito", un precioso hostal en el centro del pueblo decorado con algo más que buen gusto y donde me he sentido como en casa. Más que recomendable.



Mi habitación...


...y la magnífica terraza.

ALGUNOS RINCONES DE ROTA:













Bueno, ya veo que no somos los únicos que hemos tenido la genial idea de pasar unos días en "La Costilla". Pero, no se preocupen que hay sitio para todos.


Y las fascinantes "instalaciones" que forman los contadores de la luz y que se pueden encontrar en algunos de los zaguanes más antiguos.


UN BOSQUE:

Sin duda alguna, uno de los paisajes más maravillosos que podemos disfrutar en Andalucía son los famosos pinares de Rota. Imprescindible dar un paseo por el magnífico camino de tablas que lo atraviesa.




Y es que, en verdad, son impresionantes las luces y las sombras que los pinos forman en el bosque, a medio camino entre el paisaje de un cuadro del renacimiento y el de un cuento fantástico.

Por cierto, que de toda la fauna que habita entre los árboles tan sólo pude ver, y escuchar, algún que otro mirlo. De los famosos camaleones, ni rastro. ¡Ah! y de las gacelas...tampoco.

Y EL MAR:

Inevitable unas fotos con la puesta de sol. De las más hermosas que he visto jamás.
Y algo de música: la experiencia de ver alejarse el sol por el horizonte mientras se escucha el tiempo lento de la sexta de Mahler...¡Qué subidón! Por favor, hagan la prueba.




PERO...

Y es que no todo puede ser perfecto. Existe en Rota, más concretamente en la plaza de España, un arma de destrucción masiva tan peligrosa y mortífera que ningún científico, por chiflado que éste sea, podrá jamás superar: el reloj del ayuntamiento.


Éste es el maldito responsable de que mis vacaciones se hayan visto marcadas a ritmo de toque de diana y del soniquete a lo "Big Ben", enlatado y más desafinado que de costumbre, desde las nueve de la mañana y sin posibilidad alguna de siesta.
Para más inri, y cuando al mediodía el artilugio alcanza todo su paroxismo con la cruel letanía de los doce "campanazos", se incluye, a modo de "Angelus" por lo civil, una versión, no menos desafinada, del famoso himno a la alegría de Beethoven. En definitiva, todo un despropósito acústico que llega al clímax cuando la proclama laica se ve contraatacada desde los campanarios de las iglesias colindantes con un no menor estruendo, pero, en esta ocasión, con campanas de verdad. ¿Se pueden imaginar el follón?
Por favor, señor alcalde, por el bien del turismo de su ciudad, acabe con semejante tortura. Un humilde sevillano (y muchos roteños, supongo) encantado con su ciudad, y con el deseo de volver pronto, le quedará eternamente agradecido.
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