lunes, 6 de octubre de 2008

(52) JACQUES-LOUIS DAVID: el arte como propaganda política.

Autorretrato (1791)
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Admirado por muchos y envidiado por otros, incomprendido a veces y elevado a lo más alto en los momentos más críticos de la historia de Francia el pintor Jacques-Louis David (1748-1825) se nos muestra como uno de los artistas más interesantes de todos los tiempos.
Considerado como el máximo exponente del Neoclasicismo y padre del academicismo del siglo XIX lo cierto es que su obra va mucho más allá de lo que estos simples calificativos definen.
Pintor de calidad indiscutible y artista de fuertes convicciones políticas, David mostró a lo largo de su vida una más que admirable habilidad para sortear los peligros que amenazaban la Francia de finales del XVIII colocándose en el momento oportuno bajo la protección del poder establecido y sirviendo a su causa con toda la fuerza de su arte.
Pero comencemos nuestra historia situando a nuestro joven artista en el París de Luis XVI incómodo entre sus colegas y deseoso de ganar el Premio Roma y de esta forma poder realizar el sueño de cualquier joven artista: estudiar en Italia.
Hasta en cuatro ocasiones, una de ellas con huelga de hambre incluida, intentó Jacques-Luis ganar el premio. Por fin, en 1775, su sueño se hará realidad.


1780 "La herencia clásica"

"Patroclo".

Tras su primer viaje a Italia e impresionado por el arte clásico David pinta este desnudo que presentará al año siguiente en el Salón de París de 1781, consiguiendo la aprobación general, pero también, sus primeros enfrentamientos con la "Real Academia".


1789 "La Revolución"

"Los lictores devuelven a Bruto los cuerpos de sus hijos".

En el 505 a. de C. Lucio Junio Bruto se enfrenta a la dinastía de reyes etruscos (Tarquinos) que dominaban Roma. La famosa violación de Lucrecia por el hijo de rey Tarquino "el Soberbio" precipita los acontecimientos. El deseo de Bruto de acabar con la Monarquía e instaurar la República le haría enfrentarse, incluso, a sus propios hijos, Tito y Tiberio, partidarios del tirano Tarquino y de quienes, anteponiendo sus firmes convicciones políticas a sus sentimientos, no duda en firmar su sentencia de muerte. David, entusiasta de la causa republicana desde su inicio, se inspira en la historia de la antigua Roma para realizar un claro alegato en favor de la República. Se comprende, por tanto, el impacto que este cuadro produjo al exponerse pocas semanas después de la caída de la Bastilla a pesar de los intentos de los realistas por impedir su exhibición.

1791 "La Historia se hace pintura"


"El Juramento del "Jeu de Paume" (Juego de Pelota).

Pocos meses antes de la presentación del cuadro anterior París vivía el acontecimiento decisivo que habría de marcar la historia de Europa en los años venideros. La reunión del Tercer Estado tiene lugar en Versalles un mes escaso antes del trascendental 14 de julio de 1789 desafiando la voluntad del rey y comprometiéndose bajo juramento: "a no separarse jamás, y a reunirse siempre que las circunstancias lo exijan hasta que la Constitución sea aprobada y consolidada sobre unas bases sólidas" . El partido jacobino, por el que David hacía tiempo sentía gran simpatía, le encarga la plasmación del histórico hecho. Esta monumental obra representa uno de los primeros ejemplos de pintura historicista tal como luego veremos a lo largo del siglo XIX siendo un documento, aunque probablemente muy idealizado, de gran valor histórico y de enorme fuerza política para sus contemporáneos. Sin embargo, la grandiosidad de la obra y la desaparición de gran parte de los protagonistas del acontecimiento durante "El Terror" dejaría la obra sin terminar.

En este curioso boceto preparativo del cuadro podemos observar el interés del pintor por la anatomía y la manera de trabajar los modelos que utilizaba el artista partiendo del desnudo.


1793 "El nacimiento de los primeros mártires"

"La muerte de Marat".

El 22 de septiembre de 1792 era proclamada oficialmente la nación francesa como república. La presión desde el exterior por las potencias monárquicas europeas y desde el interior por realistas y girondinos se acentúa cuando en enero del 93 es ejecutado Luis XVI. Una de las principales represalias por parte de los contrarrevolucionarios es el asesinato de Marat cometido por la girondina Charlotte Corday el 13 de julio de 1793. Sin pertenecer oficialmente al partido Jacobino durante sus últimos años fueron constantes los ataques de Marat contra los girondinos bien desde la Convención o desde su periódico "Journal de la République française". Su muerte fue bien rentabilizada por los jacobinos que hicieron de su funeral, organizado por David, todo un gran espectáculo. Desde entonces su busto presidiría muchas de las desacralizadas iglesias, convertidas en Templos de la Razón, en lugar de la imagen de Cristo. En el cuadro podemos ver a Marat momentos después de su muerte en la bañera que habitualmente usaba para aliviar los trastornos generados por la enfermedad cutánea que padecía y con la carta que poco antes Charlotte le enviara.
El pólitico se nos muestra en una actitud que recuerda en gran medida la de los cristos yacentes. Es la "buena muerte" del que se sacrifica por el pueblo. Es de destacar la caída del brazo muy parecida al Cristo de la Piedad de Miguel Ángel y la marca del cuchillo sobre el cuerpo similar a la de la lanza que presentan algunos crucificados.


Para poder alcanzar su propósito Charlotte Corday envió varias cartas a Marat solicitando una entrevista:
"Le he escrito esta mañana, Marat; ¿ha recibido mi carta? No puedo creerlo, se me niega su puerta. Espero que mañana me conceda una entrevista. Se lo repito, llego de Caen, tengo que revelarle los secretos más importantes para la salud de la República. Además se me persigue por la causa de la libertad. Soy desafortunada, basta que lo sea para tener derecho a su patriotismo".

Charlotte Corday por Paul Jacques Aimé Baudry (1860).

El mismo hecho histórico que hace de Marat un mártir y símbolo de la República, por el contrario, bajo el Segundo Imperio, le convierte en un criminal y a su ejecutora en una heroína.

"Maria Antonieta camino de la guillotina" (16 de octubre de 1793).

Dos semanas después del asesinato de Marat Robespierre es nombrado miembro del Comité de Salud Pública iniciándose el periodo conocido como el "Terror". Testigo de excepción de este periodo es Jacques-Louis que, como fiel seguidor de "el incorruptible", ya votó como miembro de la Convención a favor de la condena a muerte de Luis XVI hecho que le valió el apelativo de «feroz terrorista» y el divorcio de su "realista" mujer. Es, por tanto, lógico pensar que viera con buenos ojos la decisión del Tribunal Revolucionario de condenar a la reina a la misma suerte.




"Muerte de Joseph Bara". Dos versiones de la misma historia. Arriba, la realizada por David. Abajo, la pintada por Charles Moreau Vauthier.

Otro de los símbolos utilizado por la república y llevado al lienzo por nuestro artista es la muerte de Joseph Bara. Este acontecimiento, mitad histórico, mitad leyenda, acerca del joven soldado de apenas trece años asesinado por gritar "viva la república" en lugar del "viva el rey" que sus captores pretendían se hizo muy popular siendo utilizado en varias ocasiones por Robespierre en sus acalorados discursos ante la Convención.

1794 "Los renglones torcidos de la Revolución"

"El matrimonio Lavoisier" (1888)

Antoine Lavoisier y su esposa, Marie Paulze.

Auténtico defensor de la causa republicana, Antoine de Lavoisier (1743-1794) no pudo, sin embargo, escapar de la descontrolada y enloquecida caza de brujas en que, desde el Comité de Salud Pública, se convirtió el gobierno de la República desde la llegada al poder de Robespierre. Aún se discuten las auténticas razones de su detención, juicio y ejecución aunque todo parece indicar que fueron razones de tipo económico (todos sus bienes fueron confiscados tras su muerte) las que llevaron a algunos miembros del comité a tomar tal decisión. También se especula con la posibilidad de que fuera el recién desaparecido Marat, también científico y en otro tiempo rival de Lavoisier, quién tramara todo el proceso dejando la causa contra Lavoisier como terrible y póstuma tarea. Adquieren por tanto ambos retratos un nuevo y siniestro sentido: víctima y verdugo inmortalizados por el mismo pincel.


"La fiesta del Ser Supremo". Cuadro de Pierre-Antoine Demachy

El gobierno jacobino de fuertes convicciones anticristianas y anticlericales acabó con cualquier resto de ceremonial católico. Sin embargo, no tardó mucho tiempo en darse cuenta de la necesidad de encontrar una nueva religión que sirviera para ensalzar con toda la pompa posible las virtudes del nuevo régimen. Para ello Robespierre, siempre con la colaboración de David, ideó la celebración de una nueva fiesta donde un nuevo Ser Supremo, encarnación de todas las virtudes de la Revolución, sería debidamente adorado. El 20 de Prairial del año II (8 de junio de 1794) tuvo lugar la primera celebración en el campo de Marte sin que Robespierre sospechara por un instante que tal fiesta suponía en realidad el canto del cisne de su mandato.

1794 "El fin del tirano"

Autorretrato.

El 8 de Thermidor del año II (29 de julio de 1794) Robespierre es detenido y guillotinado. Una providencial enfermedad durante estos días mantiene alejado a nuestro artista de la Convención librándolo por muy poco de correr la misma suerte que su admirado político. Sin embargo, de lo que no pudo escapar Jacques-Louis fue de pasar un tiempo en la cárcel. De su época en prisión data este autorretrato.

"Retrato de Jeanbon Saint-André"

No fueron los años del Directorio especialmente favorables para nuestro pintor. Caído en desgracia junto a numerosos jacobinos o sospechosos de haber colaborado con ellos el pintor es encarcelado por segunda vez. Durante su estancia en prisión se le permite retratar a antiguos compañeros de la Convención que compartieron su misma suerte.

1796 "Tiempos para la reconciliación"

"Las sabinas se interponen entre sabinos y romanos" (1796-1799)

Una vez en libertad gracias a la amnistía decretada por el gobierno David vuelve a retomar poco a poco su taller y el prestigio perdidos. Como símbolo de estos nuevos tiempos en los que la República trataba de recuperar cierta estabilidad David inicia una de las obras más ambiciosas de su carrera inspirándose para ello en la historia de las sabinas que después de su secuestro y tras haber creado nuevas familias con sus raptores romanos intentan impedir nuevos enfrentamientos entre éstos y sus parientes sabinos. Este cuadro llamó poderosamente la atención en el Salón de 1799 tanto por su contenido como por el magnífico movimiento que emana de toda la composición y, sobre todo, por el tratamiento del desnudo masculino de clara influencia clásica. La elegancia del dibujo, el color y de la composición en general muestran también claras influencias de Poussin y de Rafael.

Detalle central del cuadro donde aparecen las mujeres sabinas mostrando a Rómulo los hijos fruto de su unión con los romanos.

1798 "El Gran Hombre"

Las sucesivas victorias que el general Bonaparte iba cosechando para mayor gloria de la República pronto despertaron la admiración de todos los franceses y, por supuesto, de nuestro pintor. Este retrato supone el primer acercamiento de David a la figura de un joven Bonaparte de veintinueve años.

1800 "El Héroe"

"El Primer Cónsul atravesando los Alpes por el paso del Grand Saint Bernard"

El enorme prestigio alcanzado por Bonaparte unido al estado de gran debilidad en que se encontraba la República hicieron inevitable el golpe de estado del 18 de Brumario del año VII (9 de noviembre de 1799). La nueva constitución convierte al general en Primer Cónsul y le otorga un poder casi absoluto. A los pocos meses la victoria sobre los austriacos en la batalla de Marengo consolidaría el prestigio de Napoleón por toda Europa.

David, de nuevo trabajando a la sombra de un dictador, realiza esta idealización sobre el general (por lo visto, el rampante caballo era en realidad una mula) en el momento de atravesar los Alpes. La obra, ¡Oh, ironías de la Historia!, fue encargada por el rey de España, Carlos IV, para ser colgada en el salón de "Grandes Capitanes" del palacio de Oriente en Madrid. El retrato debió de entusiasmar tanto a Bonaparte que David realizó hasta cinco copias del mismo.


A los piés del general su nombre aparece grabado en la roca junto a los de personajes tan legendarios como Carlomagno o Annibal.


Estudio sobre la composición del cuadro.

1805
"Al servicio del Emperador"

"Coronación de Napoleón I"

A finales de 1804 la política del general, que ya había dado sobradas muestras de modernidad, sorprende al mundo entero con su coronación como emperador. Este gesto supondría para algunos el acto de máxima traición a los ideales republicanos que Bonaparte encarnaba hasta entonces, y que gran parte de Europa había comenzado a admirar (véase, por ejemplo, la conocida reacción de Beethoven), y para otros la consecuencia inevitable de su creciente y desmedida ambición.

Han pasado más de diez años desde que David pintara le muerte de Marat y qué lejos parecen quedar los símbolos y los ideales de la Revolución. Aunque, de nuevo, un acto de exaltación del poder absoluto, como en el caso de Robespierre, marcaría el inicio de la decadencia para el gran general.


En esta imagen se pueden apreciar las colosales dimensiones de la obra.

"Retrato del papa Pio VII"

Aprovechando la visita del papa Pio VII a París para "coronar" a Napoleón, David pinta este magnífico retrato. ¡Cómo han cambiado los tiempos! ¿Dónde está el David que firmó la muerte de Luis XVI?

"El juramento del ejército hecho al Emperador tras el reparto de las águilas" (1810)

Compárese esta apoteósica muestra de fidelidad al Emperador con "El Juramento del Juego de Pelota" pintado quince años atras. En la imagen inferior podemos ver uno de los bocetos preparativos del cuadro donde aparece tras Napoleón la emperatriz Josefina. Llegado el momento de realizar la versión definitiva del cuadro el divorcio entre la pareja imperial ya se había consumado desapareciendo la pobre Josephine del mismo.

1812 "La caída del ídolo"

"El emperador Napoleón I en su gabinete"

Este retrato está realizado poco antes del inicio del desastre que para el ejército francés supuso la campaña de Rusia y que para Napoleón supondría el inicio del final de su imperio. Tan sólo dos años más tarde los borbones volverían a sentarse en el trono de Francia.

Aunque el nuevo rey, Luis XVIII, salvó a David de la gran represión llevada a cabo contra todo sospechoso de haber colaborado con la República o el Imperio perdonó al pintor todos sus pecados revolucionarios y, lo que parece más asombroso, su implicación en la muerte de su hermano Luis XVI. Jacques-Luis, suponemos que cansado de tanto cambio de amo, evitó la irónica pirueta que hubiera supuesto servir de nuevo a un rey borbón y prefirió exiliarse a Bélgica donde, rodeado de numerosos alumnos, viviría hasta el final de sus días.

2 comentarios:

Ángeles Fernández dijo...

Estupenda lección de arte, y de historia, en esta lluviosa mañana de otoño sevillano.

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Astrid Kirchherr dijo...

Excelente Blog!

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