lunes, 8 de septiembre de 2008

(42) HAYDN & MOZART(1): unos cuartetos de ida y vuelta (1ª Parte)

Retrato de Mozart pintado en 1782 por su cuñado Joseph Lang


Franz Joseph Haydn (1732-1809) pintado por Johann Zitterer en 1796


Johann Peter Salomon (1745-1815)



-Al menos, decidme que os lo pensaréis ¡Vamos,
sabéis que es una gran oportunidad! ¿Cuándo os
volverá a sonreir la fortuna con una ocasión tan
ventajosa?

-Querido Salomon, no insistáis más al pobre joven.
Dadle tiempo y veréis como en menos de un año
nos volveremos a ver los tres almorzando en el
mejor restaurante de Covent Garden.

“Papa” Haydn, como el testarudo joven gustaba
de llamarle, intentaba con estas palabras zanjar
una discusión que ya resultaba harto estéril de
tanto como se había repetido en las últimas
semanas.

Sin embargo, el empresario volvía a la carga una
vez tras otra:

-Pero, vamos a ver…y no lo toméis a mal: ¿se
puede saber qué os retiene en Viena? Estrenáis
una ópera como el “Così” y se os muere el emperador…
editáis los mejores cuartetos que conozco…
perdón maestro…unos de los mejores…
¿Y qué ocurre?¿Cuántos se han vendido?...
¿Y las suscripciones?...¿Desde cuándo no dais
un concierto? Y ya…por respeto… no os pregunto
por vuestra situación…ya sabéis…

Solomon comenzó a frotarse el pulgar contra el
dedo índice mientras que con la otra mano hacía
un gesto al camarero para que se acercara.

- Mis amigos y yo tomaremos café.
Wolfgang parecía pensativo, con la vista clavada
en el infinito miraba el ir y venir de los coches por
el Prater. La nieve comenzaba a caer.

Después de la primera taza nuestro músico
pareció volver a la realidad.

-Bueno, tengo el encargo de dos óperas …
-“¡Qué nadie valorará! ¡Vuestra música no está
hecha para estos zafios vieneses!”. Interrumpió
con vehemencia el empresario. “Y además,
¿quién os la encarga, ese fantoche de Schikaneder?
Esa relación vuestra con los…¡Qué el diablo se los
lleve!... bueno, ya sabéis a quienes me refiero”.
De inmediato el vociferante empresario comenzó a
hablar con un hilo de voz mientras acercando la
cabeza a los otros dos comensales señalaba un
ejemplar del “Wiener Zeitung” que dejaba ver su
primera plana entre las tazas de café. “¿Qué futuro
les espera a esos masones con la hermana de su
Majestad secuestrada en las Tullerías…?”

-¡Ya basta, Peter! ¿De verdad creéis que es este
el mejor momento para hablar de política?

La observación de Haydn era del todo inútil pues
el ensimismado Mozart parecía no sentirse aludido
por las afirmaciones del parlanchín empresario.

-…Bueno, también están las tres sinfonías que
acabo de terminar…

-“¡ Y qué nadie querrá estrenar…!” Esta vez fue
el maestro Haydn quién no le dejó terminar la frase.

-…Aquí en Viena no, pero os aseguro que en
Londres…¡Ah, Londres!...¡Grande successo, amico
mio! Y sobre todo, esa que está en Do Mayor, la de
las trompetas al final. ¿Sabéis como la llamo yo?
La “Jupiter” de las sinfonías. Se volverán locos cuando
la escuchen. Venid a Inglaterra y os aseguro que
no os arrepentiréis.

Hablaba Salomón con tal énfasis imaginando las
ganancias de tan provechosa empresa que nadie
pareció darse cuenta de que comenzaba a oscurecer.

-¡Cielo santo! ¡Con lo que aún me queda por organizar!
Amigos, sintiéndolo mucho me tengo que marchar.
Signore, nos vemos mañana temprano. Recordad
que el coche para Praga sale e las cuatro. ¡Malditos
revolucionarios! Bonito rodeo nos van a obligar a hacer.
Y vos, Herr Mozart, tened siempre presente nuestra
invitación. Amici, addio!

Mientras el risueño empresario salía del restaurante entre
silbidos Wolfgang continuaba en silencio contemplando
el rostro ya curtido por la edad de su colega.

- Habéis pensado que… quizá… puede que ésta sea la
última vez que nos veamos.

-¿De qué diablos estáis hablando?¿Tan mal aspecto
tengo? Pero si aún no he cumplido los sesenta…

-No, no. Perdonadme, no me hagáis caso, pero…sabéis…
os echaré de menos.

-Yo también, amigo, yo también…
Algunos camareros comenzaban a encender las luces
del local, otros preparaban ya las mesas para el momento
de la cena.

Los dos hombres permanecieron aún largo rato sentados
uno frente al otro en profundo silencio. No había música,
tan solo el tintineo de las copas y de los cubiertos
chocando unos con otros.

Para entonces ya era casi de noche y la nieve seguía
cayendo en el Prater.


(43) HAYDN & MOZART (continuación): unos cuartetos de ida y vuelta (2ª parte)

Edición de algunas de las sinfonías "Londres" de Haydn arregladas
para
quinteto por el propio Salomon.

2 comentarios:

Condesa Pituccini dijo...

Me estoy aficionando a tus guiones. Más.... Quiero más!
Qué diferente la Viena que asfixiaba a nuestro amado de la de ahora.
Esa historia es cierta? Se conocieron los tres?
Necesito más, ya te digo.

XS dijo...

No sé si ese 15 de diciembre de 1790 nevaba o no en Viena. Tampoco sé si Salomon era tan bocazas (creo que eso es de mi cosecha) o si a Haydn le gustaba el café. Por lo demás todo es bastante aproximado a la realidad. También lo es el que Salomon fuera quién, por lo visto, llamó por primera vez "Júpiter" a la sinfonía. Para más detalles hay que esperar a la 2ª parte...

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